Fumar orando, en pocas palabras, significa respirar humo con Dios mientras hablas con Él. Pues se nos ha dicho que fumar no solo es malo para la salud, sino algo peor: que es pecado. Todo esto viene de falsas enseñanzas de gente que odia lo que Dios ama, ya que Dios no solo ama beber vino, sino que también ama fumar. Y no lo hace en la puerta o en la ventana de su casa, sino que tiene un lugar especial, un lugar santísimo.

Es pecado no moler finamente las resinas o las esencias de plantas o árboles para respirar su humo, porque si queremos fumar como Dios y fumar como en el cielo, es necesario que estas sustancias sean finamente pulverizadas. De lo contrario, será algo impuro e infumable.

La palabra droga fue malintencionadamente ocultada de la Biblia, ya que, si la gente supiese que Dios ordena consumirlas, ellos no estarían a favor de la prohibición de las drogas psicoativas.

Dios creó algunas plantas, hongos y árboles especialmente para fumar; estas son las que tienen aromas fuertes. Jesús es el Salvador de salvadores, y las plantas también nos salvan de la muerte. Por eso, debemos tratarlas como a nuestros hijos, ya que no solo nos dan comida y ropa, sino que también nos salvarán de las enfermedades que nos llevan a la muerte.

La mejor forma de fumar es como lo hace Dios, que es rociando esencias de plantas finamente pulverizadas encima de carbones especiales bien encendidos, dentro de un incensario especial; aunque los demás instrumentos, como la hookah, las pipas, entre otros, también son útiles y tienen su propósito.

Dios hizo a algunos seres vivos fáciles para fumar, y otros difíciles de fumar, pero en sí, toda parte de planta, árbol, etc., puede ser fumable, siempre y cuando conozcas el secreto para transformarlo, que es hacer secar el alcohol de su tintura mezclada con un 10% de su misma planta pulverizada, según la medida de esa tintura (ejemp.: 100 ml de tintura × 10 g aprox. de planta pulverizada), en una bandeja plana y abierta, removiendo a veces para que seque parejo.